Muchas veces departí con el gran poeta que fue el toledano Juan Antonio Villacañas sobre los relativos méritos de dos estrofas puramente españolas. Para Juan Antonio, era la lira de Garcilaso la preferida, bien que fuese también excelente cultivador del italiano soneto, Pero él, en la última época de su vida, supo dar a la lira una forma expresiva tan innovadora que hoy sigue asombrando. Él introdujo la reflexividad a través de la burla, del encuentro violento de conceptos. Las liras de Villacañas lo son desde el punto de vista métrico, pero nada tienen que ver con las que los anteriores poetas habían escrito.
Por mi parte, en nuestras amistosas charlas, traté de convencerlo para que prestase atención a la décima espinela, estrofa que Juan de Mal Lara y Vicente Espinel trajeron (parece) de Portugal, haciéndola tan española que hoy es cultivada en todo el mundo hispánico con redoblado afán (curiosamente, es en España donde menos atención se le presta). Porque la espinela como la bautizó Lope de Vega, y así ha quedado , es una forma especial de décima que permite lo que la lira no consigue: presentar, desarrollar y cerrar una idea en sus diez versos octosílabos. Una tarea en la que, por su brevedad, quizás supera al soneto, que dispone para realizarla de catorce versos endecasílabos, esto es, más o menos el doble de sílabas que la espinela.
Y por otra parte, la lira tiene insuperable elegancia en la elegante combinación de versos heptasílabos y endecasílabos. No cabe duda de la sonoridad del muy español octosílabo, pero tampoco de la que adquiere la combinación presente en la lira.
He querido ofrecer mi homenaje a Juan Antonio Villacañas creando una combinación de las estrofas que ambos amábamos: "su" lira con "mi" décima espinela. A aquella, doblándola en longitud, le permitirá tener mayor independencia expresiva, y no precisar de una serie de estrofas para desarrollar y culminar una propuesta. A la décima, el uso de los versos de siete y once sílabas le dará más elegancia, más color poético; siempre hubo quien le reprochara que el metro octosílabo la convertía como en juguete. Por supuesto, gran culpa de ello la tuvieron tantas décimas populares que parecían reducirla a un papel de comparsa en la poesía burlesca. Y eso que grandes poetas, Calderón de la Barca, por ejemplo, supieron encontrar en ella firme herramienta de altos vuelos, como en el monólogo de Segismundo de La vida es sueño.
- diez versos; los cinco primeros tienen la estructura métrica de la lira (en heptasílabos y endecasílabos); los cinco siguientes tienen esa estructura métrica pero en imagen especular de los cinco primeros (7-11-7-7-11-11-7-7-11-7);
- también, como en la espinela, los cuatro primeros versos compondrán una unidad que plantea el tema, que es desarrollado y resuelto en los seis siguientes, bien en un bloque, bien en varias subestrofas.
Veamos algunos ejemplos. Espero que otros poetas sepan llevar la "decilira" a más altas cimas que la mía, lo que por supuesto no será ninguna hazaña.
Miradlo. Está despierto
pues ve lo que no es cierto.
hay un rostro sin causa ni condena.
le da pavor y hastío.
que esté vacía y llena.
ELLA
No es el color ceniza
tras sus ojos en sombra lo que aterra
de ella, que a ras de tierra
perversa se desliza.
Por su llamada sorda, nos hechiza
y nuestro aliento se revela inerte,
es débil el más fuerte
y pobre el poderoso.
Aunque sea nuestro postrer reposo,
no es amiga la Muerte.
(2006)
APURAR LA VIDA
Quieres, Filis, la vida
apurar en extremo, y sin descanso
juzgarla toro manso,
creerla ya vencida.
Mas, cuidado, que puedes una herida
sufrir, tal vez un golpe, una tristeza
que en tu loca cabeza
serán como el inicio
que te devolverá al hondo precipicio
en el que todo empieza.
(2006)
LA NOCHE
Llegué a la noche oscura,
más allá del ensueño y la quimera,
y la juzgué ramera,
falsa, cruel, impura.
Mas tú, la noche que juzgara dura,
también eres refugio y protectora,
blanda con el que llora,
para el sediento fuente,
y con quien busca tu ayuda, diligente,
oh noche valedora.
(2006)
Algunas deciliras más
El poeta Leopoldo de Luis me envía sus deciliras, que presento con satisfacción, pues ellas dan a mi flamante estrofa un prestigio que me conmueve.
DECILIRAS DEL INVENTOR
A Juan Ruiz de Torres, con un abrazo
1
Miradle: es Prometeo
que en sus manos encuentra fuego y llama.
Poesía derrama
y sus fulgores veo.
Es verso, es esperanza y es deseo,
es Juan sencillo y es Torres de cultura.
Erato se aventura
y va en su compañía
(aunque más bien es Ángela, diría)
y es amistad segura.
2
Amigo de la Lira
y buen cultivador de la Espinela,
es su inquietud la espuela
para lo que le inspira.
Como en formas poéticas respira
pensó en ambas estrofas hermanadas,
sus músicas calladas,
su soledad sonora...
Y de su mano emerge nueva, ahora,
Decilira inventada.
(2005)
Conclusión
Quizás sea una osadía por mi parte el querer añadir al solemne edificio de la métrica española mi modesta "decilira" Mas creo sinceramente que sus virtudes de sonoridad y expresividad pueden jugar un papel honroso en mundo de nuestra lírica.
Y como es más breve que el soneto, quizás sirva para ahorrar un poco de papel, lo que agradecerán los bosques.
Y un ejercicio
El mayor escollo que creo encontrar en la escritura de una decilira está en la disposición "física" de heptasílabos y endecasílabos, a la que lleva un tiempo habituarse. Esto es: conviene recordar que:
- en la decilira hay cuatro versos endecasílabos y seis heptasílabos; puede ayudar el observar que dos de los endecasílabos forman pareja en el centro de la estrofa (versos 5 y 6), y que los otros dos son el segundo y el penúltimo;
- de los heptasílabos los seis versos restantes, los cuatro internos riman siempre con el endecasílabo contiguo; por otra parte, el primero y el último riman con el 5º y con el 6º, lo que es algo más difícil de recordar;
- por último, y esencial, tanto en la decilira como en la espinela –o malara-, es que los cuatro primeros versos, con rima de redondilla: (1º con 4º, 2º con 3º), forman una unidad, una estrofa "interna", con pausa versal expresada por un punto o un punto y coma; en esa estrofa se plantea el tema de la decilira, que deberás "resolverse" en el resto del poema.
Veamos un ejemplo, que la improvisación hará necesariamente surrealista. El tema va a ser, por ejemplo, la distancia entre los enamorados. Escribamos:
1 Cada vez que te ausentas,
Ahora, sabemos que los versos siguientes son un endecasílabo y un heptasílabo, rimados entre sí, como en la redondilla:
2 siento el terrible, impar desasosiego
Elegimos un consonante, no verbo, en –ego:
3 que llega como un fuego,
Elegimos ahora los dos consonantes con el verso 1: "tormentas" y "cuentas" (hay que evitar, claro, elegir que ambos sean verbos, que sería lo fácil). Sigue el cuarto heptasílabo con una de esas rimas, que cierra la miniestrofa:
4 como un mar de tormentas.
Los dos versos siguientes, 5º y 6º, serán endecasílabos. El primero de ellos rimará con el 4º (en –entas) y el segundo inaugurará nuevo consonante:
5 En esa triste historia que me cuentas,
6 apenas hay resquicio para el canto;
El heptasílabo 7º rimará con el endecasílabo contiguo, el 6º: (canto, como espanto y manto):
7 yo no seré tu manto,
El heptasílabo 8º rimará (nuevo consonante) con el endecasílabo que le seguirá:
8 mas sólo medianoche.
El último endecasílabo, el verso 9ª, será consonante con –oche, claro:
9 Bien sé que para ti soy un fantoche
Y el 10º, el último heptasílabo, consonante en –anto:
10 y que te causo espanto.
En resumen, la "decilira" queda así:
Cada vez que te ausentas,
siento el terrible, impar desasosiego
que llega como un fuego,
como un mar de tormentas.
En esa triste historia que me cuentas,
apenas hay resquicio para el canto;
yo no seré tu manto
mas sólo medianoche;
Bien sé que para ti soy un fantoche,
y que te causo espanto.
Ahora, una vez aprendida, hay que hacer una decilira de verdad.
Otro ejercicio: una decilira de una décima
Puede ser divertido y, desde luego, más sencillo para ejercitarse, obtener una decilira a partir de una décima. Lo único que cambia es el metro, conservándose número de versos y disposición de rimas. Hasta, rizando el rizo, se pueden conservar los consonantes:
Veamos un ejemplo, con la famosa décima de Espinel. Iremos colocando en frente los versos en la medida requerida, conservando la rima:
8 Admirose un portugués 7 Se admiró un portugués
8 de ver, que en su tierna infancia, 11 cuando observaba que, en su tierna infancia,
8 todos los niños en Francia 7 cualquiera niño en Francia
8 supiesen hablar francés. 7 sabía hablar francés.
8 Arte diábolica es, 11 Arte del diablo, sin dudarlo es,
8 dijo torciendo el mostacho, 11 exclamó, retorciendo su mostacho,
8 que para hablar en gabacho 7 que no hablará en gabacho
8 un hidalgo en Portugal 7 un hombre en Portugal,
8 llega a viejo y lo habla mal 11 hasta llegar a viejo, y lo hará mal,
8 y aquí lo parla un muchacho. 7 y bien aquí un muchacho.
No parece muy difícil, ¿verdad? Prueben.
(2008)