ESCENA 7 (La Peregrina, la Vendedora de Libros)
LA PEREGRINA (Luz ambiente plena; entra mirando al suelo por la derecha y habla desde el primer término)
Llevan estas sandalias
la voz de mil caminos
y hay en mi boca polvo
desde que yo he nacido.
A veces me pregunto
si el áspero destino
me lo forjo yo misma
o me lo han dado escrito.
Pero, paciencia. Llego
a este lugar de olvido
y quizás un minuto
recupere mi instinto.
(tras una corta pausa, se dispone a partir)
LA VENDEDORA DE LIBROS (desde su ventana; luego, se acerca a la Peregrina)Mujer, ¿por qué te cubre el manto
de peregrina del silencio?
¿De dónde vienes, dónde vas?
¿Por qué, si apenas arribaste,
cierras tu pausa en el camino?
Mira que aquí el Destino manda
que me reveles lo que buscas,
lo que te lleva y lo que traes,
cuanto a los hombres representas.
Yo, que los hilos del espíritu
entrego eternos a los hombres,
debo juzgar si tu andadura
es provechosa o simple errar.
LA PEREGRINA (se sienta en el sitial; Luz ambiente media)
Peregrina me llaman por que soy viajera infatigable. Voy marchando sin prisa, igual que esos caminos que acomodan su paso a cada pie. Mi meta es esa luz que trae cada mañana, cualquier sonrisa abierta ante mi rostro o alguna mesa hermana que me ofrezca corazón sin doblez con pan y vino. Mi única razón es la belleza. Sentarme a contemplar cómo parten las cosas de nosotros, cómo otras cosas van llegando para llenar el hueco que nos dejan. Algo de mí se queda en todo lo que miro, en los puertos que toco, en los seres que amo. Peregrina me llaman. Todo me asombra. Nada me retiene.
(Carmen Rubio, 1997)
LA VENDEDORA DE LIBROS
¿Y en tu camino incorregible
nunca sentiste la llamada
de una misión más trascendente
que correr siempre, sin descanso?
LA PEREGRINA (recordando)
Una corazonada;
hace días la siento.
Me empuja,
siento que ya me falta poco
para llegar al aire libre,
elevarme, volar como en los sueños,
comunicarme con otros sin palabras.
Pero no lo consigo,
no puedo concentrarme,
siempre acabo empapada en un sudor violento.
¿Seré capaz? Me digo
que es mi herencia perdida.
No quiero dudar, pero...
VOZ DESHUMANIZADA
únete al gran misterio
no más sola
parte y total del cosmos
llega al impulso justo
alcanzarás
convicción comunión
la conciencia integral
hablarás sin palabras
tu mente será una con tu hermano
te alzarás volarás
y cumplido tu sueño
tus visiones llegadas
recuerdas recuperas
la gracia que perdiste.)
LA PEREGRINA (sigue recordando)
¡No lo logro!
Algo me dice que podría
surcar el aire,
volar como los pájaros,
mover libre mi mente
en el océano de las inteligencias.
Pero debo olvidar esta manía
que empieza a parecerme un poco tonta.
Hay
que Ir A La Oficina
que Preparar Las Vacaciones
que Sellar La Quiniela
que Encender La Televisión.
Mañana intentaré de nuevo.
VOZ DESHUMANIZADA
busquemos
otro humano
no
nos
desalentemos.
LA PEREGRINA (sigue recordando)
¿Qué debía probar hoy?
Ya no recuerdo.
(1983)
LA PEREGRINA (pausa; sigue en voz normal)
Sí, cierta vez un sueño
tuve: que algo venía
más allá de los astros
a cambiarme la vida.
Mas no escuché la oferta
de una herencia perdida...
LA VENDEDORA DE LIBROS
Y, más acá de oscuros sueños,
¿no has encontrado en tus viajes
una razón, una esperanza
para la saga de los hombres?
LA PEREGRINA (recuerda)
Fue en el 91,
diecisiete de enero.
La noche, sobre dunas,
minaretes y pozos de petróleo;
sobre radios portátiles, hot-dogs y Coca-Cola;
sobre rosarios y coranes.
Olvidados, los viajes sin respiro
de tantos diplomáticos,
la protesta en las calles,
las fintas, las traiciones.
El corazón del mundo suspende su latido
esperando...¿un milagro?
Pero Dios, pero Alá, con un bostezo,
esconde entre sus nubes
el Dedo protector.
Y deja que los hombres insensatos,
una vez agotados sus juguetes
-y asfixiadas las últimas gaviotas-
redescubran la paz.
(1991)
LA VENDEDORA DE LIBROS
Confirman todas tus palabras
que la vejez ya cubre al hombre.
Háblame de otros, si es que existen,
que en la esperanza se afiancen.
LA PEREGRINA (profética)
Sé de algunos
que perdieron el rumbo
una vez
tras
otra,
pero cuya brújula los arrastraba inexorable
hacia un norte que no abandonarían.
La voz, ronca y ululante,
surgiendo entre la bruma
que cubría las tierras,
los llamaba:
venid,
venid.
Y ellos,
color que busca su equilibrio,
hambre insatisfecha,
dolor que se conoce refractario al paliativo,
llegaban
a oleadas,
a empujones de voluntad,
erráticos pero incansables,
aferrados
a una confusa suerte
que conocían lejana.
Pero no cejarían. El mundo
era un ancho pañuelo,
y ellos lo recorrerían
de doblez
a
doblez.
(1994)
LA VENDEDORA DE LIBROS
(Es despertar oír palabras
llenas de fuerza y voluntad.)
Sígueme hablando, Peregrina,
cuéntame historias de otros mares.
LA PEREGRINA
Debajo del salitre, entre las valvas
de mínimos moluscos en su casco,
la madera se pudre poco a poco.
El Argos va cubriendo singladuras
-Athínai, Kórinthos, Avlida-
que lo inserte en la Historia.
Hasta aquí, el desaliento.
Allá, los dardos y la furia.
Llueven años, y somos ya silencio.
¿Dónde, la flor de Gnido,
los Pedro de Valdivia, los artistas de Angkor?
Para cada minuto de gloria, hemos pagado
con un siglo de hastío y de vergüenza,
de napalm, de Sahel,
de infinitos gulags en carne atada.
Pero al Hombre,
debajo de salitre y ova muerta,
aún queda un rescoldo.
Dadle esperanza virgen,
dadle ilusión y norte,
y lo veréis zarpar, soltar sus velas
y devolver al mundo el Vellocino.
(1985)
LA VENDEDORA DE LIBROS (pasa a la izquierda del sitial)
¿Sabes que ablandan tus palabras
mi corazón, mujer errante?
Pero una prueba más severa
el Tiempo ordena en un Enigma.
VOZ DEL TIEMPO (y proyección; Luz ambiente baja)